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Aunque ya hemos dado en una ocasión precedente una primera información de conjunto sobre la Feria Internacional de Maquinaria Textil, Itma 16, celebrada en Barcelona en septiembre, que resumía las impresiones generales recogidas al cierre, en un certamen de estas dimensiones y características hay muchos aspectos que sólo se pueden evaluar bien a cierta distancia, cuando se pueden conjugar diversas referencias postferiales.

 

Ahora tenemos ya valoraciones suficientes para poder afirmar que, globalmente, los resultados de la Itma Barcelona en términos de negocio han sido buenos, en comparación con la edición anterior (separada como se sabe por una distancia de cuatro años) y con el clima depresivo que se estaba viviendo durante la fase preparatoria.

Para el comité de Cematex, la entidad propietaria de la manifestación, los resultados fueron mejores de lo esperado. La delegación italiana, país que tenía la mayor representación, anunció un buen balance, y la francesa, con 30 expositores de calidad, informó de que su grupo había firmado numerosos e interesantes contratos, «y no precisamente con chinos».

Algunos expositores de diferentes nacionalidades dijeron que habían cerrado pedidos ya en el propio stand, cosa que nunca les había sucedido con anterioridad. Como es sabido, suelen hacerse pre-ventas, a perfeccionar después; pero aquí se concretaron en firme, con clientes de nacionalidades poco habituales: iraníes, turcos, lituanos, finlandeses, egipcios, turcomanos, uzbecos… y desde luego iberoamericanos.

Quizá el récord individual de negocio lo obtuvo, entre aquellos expositores que revelaron sus cifras, el fabricante italiano de maquinaria para la hilatura Marzoli, que cerró pedidos por 30 millones de euros.

Numerosos visitantes habían expresado en ediciones anteriores su interés por encontrar una oferta más completa para la cadena de suministro, más allá de la maquinaria en sentido estricto. Por eso fue bien acogida este año la apertura del abanico de oferta, por primera vez, a los productores de fibras e hilos. Y los hiladores, por su parte, aunque habían expuesto con timidez (algunos de forma sólo simbólica, con stands de 20 metros cuadrados), descubrieron un canal de ventas que no imaginaban. En ciertos casos, mejor que Expofil, según dijeron. Un avance hacia el concepto de una «one-stop-exhibition», declaró el presidente de Cematex.

Este ensanchamiento sectorial se sumó al ya producido en la edición anterior, cuando se incluyeron los servicios de investigación y formación en general, con gabinetes tecnológicos, laboratorios, centros docentes, etc. Sector entonces incipiente, que en Barcelona se había ampliado. Acudieron varios expositores españoles de estas especialidades que, con toda probabilidad, no hubieran asistido a ninguna otra sede ferial por el coste de desplazamiento.

Contemplando la feria en su conjunto, para la directora de la patronal francesa de fabricantes de maquinaria la crisis ha quedado atrás lo cual no tiene nada que ver con la coyuntura textil europea, y hay un mercado muy activo que ya no se limita a China, sino que abarca la periferia de la propia China en un sentido muy amplio. Se trata de una relocalización.

La riqueza de acontecimientos paralelos (congresos, simposios, jornadas técnicas) concentró en Barcelona a un elevado números de ejecutivos de calidad, lo que quizá ayudó a que se cerraran operaciones, porque no sólo estaban «in situ» los técnicos (fundamentales tratándose de maquinaria), sino también las personas con poder de decisión económico-administrativa.

 

CUADnaranjaLa evolución tecnológica: algunas pinceladas. El expositor belga Picanol presentaba un telar de chorro de aire de 2.011 revoluciones por minuto (cifra casi increíble), junto a cinco modelos de 1.800 revoluciones; hace ocho años, su límite de velocidad estaba en las 750 revoluciones.

Como la clientela china exige sobre todo rendimientos, los principales esfuerzos de los fabricantes de equipo se han dirigido durante estos cuatro años últimos, desde la anterior Itma celebrada en Múnich, a la búsqueda de grandes velocidades de producción, más que a perfeccionamientos cualitativos.

Sin embargo, la demanda más reciente es la rentabilidad en series cortas, ya que una parte cada vez más importante de los encargos en régimen de «sourcing» se orienta a la flexibilidad de servicio y a la multiplicidad de los patrones más que a las fabricaciones masivas monoproducto, lo cual es un poco contradictorio con la exigencia de supervelocidad (idónea para los grandes volúmenes).

Sólo en el sector del ennoblecimiento (acabados) seguía siendo relevante la dimensión. Había maquinaria gigante, lo que hacía que este sector fuera el de mayor superficie expositiva: tres pabellones, con un tercio de la superficie ocupada de la Itma. Por lo demás, se puede observar que la estampación digital se extiende a las producciones industriales.

En la hilatura, el suizo Rieter se había orientado fuertemente hacia la tecnología del chorro de aire, que permite obtener velocidades de 400 metros/minuto, duplicando el rendimiento de la técnica del open-end.

En otro orden de cosas: la obsesión en Múnich era economizar energía; la de Barcelona, economizar materia prima, dado el precio que las materias han ido alcanzando. Pero existe un límite físico: no se puede tejer aire, aunque se logren finuras en las que el tejido es casi invisible. Y luego está una exigencia de confort.

Por otra parte, había una obsesión dominando el ambiente dentro y fuera de la feria, y en todos los eventos y discursos relacionados con ella: la sostenibilidad. Ya nos hemos referido a esto en algunos temas de los números anteriores.


[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 198 — diciembre 2011 ].


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