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Textil Exprés Revista Digital 259

Después de que el Gobierno descartase lanzar un PERTE Textil, sector y administración oficializan su colaboración, en líneas de trabajo.

Humberto Martínez
Director


«¿Qué os ha parecido?», nos preguntaban el 8 de julio a la salida del encuentro sobre «Retos del Textil y la Moda en el ámbito de la Sostenibilidad», al que dedicamos prácticamente de forma íntegra este número especial de la revista digital de Textil Exprés.

Celebrado en la Cámara de Comercio de Madrid, donde la prensa especializada del sector tiene poco arraigo, muy escasos medios informativos acudieron presencialmente. El aforo era pequeño, por otro lado. Unas 60 personas estuvieron en la sala, y otras 200 siguieron el evento de forma remota. Textil Exprés consideró que era un acto más que relevante, y por esa razón quisimos estar allí, y no limitarnos a seguirlo por vídeo online. En cierto modo, también, como muestra de nuestro apoyo a la iniciativa. Quizá por eso, o quizá por pura cortesía social, a la salida nos pidieron opinión.

 

¿Que qué nos pareció? Pues, como acabamos de decir, un acto de importancia. Y, ampliando la valoración, una jornada estupenda. Lo dijimos entonces y lo repetimos un mes después. Pero ¿qué significa eso? Pues significa que proporcionó visibilidad y carácter oficial a todas las gestiones que, calladamente, el Observatorio del Textil y de la Moda ha venido realizando ante la Administración del Estado. Al tiempo que evidenció el interés de las entidades financieras, coorganizadoras del evento y participantes en el mismo. Porque la transformación del textil requerirá inversión. Y eso es dinero que a menudo habrá que tomar prestado.

El OTYM logró que acudiera a la Jornada una ministra, la del ramo medioambiental, cuya cartera ha aprobado el único PERTE —el de la economía circular— que, si bien de manera bastante modesta, contempla actuaciones en el textil. Y logró que acudieran otros representantes del Gobierno (del mismo departamento de Medio Ambiente, y del de Economía), en un rango más técnico.

Logró asimismo que se avanzara un horizonte de fechas: el de las convocatorias de actuaciones ligadas al mencionado PERTE de economía circular, para algún momento indeterminado antes de que acabe el año (dijo la ministra) o, más probablemente, comienzos de 2023 (apuntó la directora general de Calidad y Evaluación Ambiental). Y logró incluso que, desde Economía, se aceptase por primera vez en público lo que todavía no se había asumido en privado... como el apoyo mediante subvenciones (además de apoyo financiero a retornar) a proyectos de transformación industrial más allá de lo que en materia de sostenibilidad asuma el de Transición Medioambiental, y la posibilidad de que proyectos de empresas del sector se acojan al que será el último PERTE aprobable, que será el de Descarbonización. Por tanto, y aunque se trate de compromisos muy poco concretos, muy bien. En serio.

 

Decíamos en un artículo reciente que, «lamentablemente, hemos oído más de un '¡Ja!’ en los últimos días, cada vez que se mencionaba algo relacionado con el Textil y los PERTE». Ya hemos explicado por qué. Tampoco es que las empresas del sector fíen todas sus expectativas de futuro a lo que puedan aportarles los PERTE. Pero menos aún, como es obvio, desde que los compromisos de ayuda se demoran y descafeínan. De ahí el «¡ja!» de escepticismo.

Las corporaciones gremiales, aunque sumen y representen a empresas individuales, son otra cosa: obligatoriamente optimistas, deben exhibir una moral de victoria a toda prueba, y una voluntad positiva de servicio más allá de sensaciones del momento. Siempre con mirada de jugador de ajedrez, preparando el futuro de la gran partida (del gran juego) sectorial: una, dos, varias jugadas por delante. Pensando no en la ganancia o pérdida de un movimiento, sino en el fruto de varios desplazamientos por el tablero.

Por el contrario, las empresas de base tienen la sensación de que esto de las ayudas de la Administración al textil puede quedarse más en un gesto que en una magna apuesta por la industria. Vaya, en agua de borrajas. Como la fe es lo último que se pierde (dice el refrán), se mantiene una discreta esperanza en que al final haya algo tangible y de entidad suficiente. Pero muchos temen que ese cambio glorioso de actitud respecto del textil por parte de la Unión Europa (y, por ende, del Gobierno español, últimamente más europeísta que la propia CE), sector al que por fin se considera «un sector estratégico», pueda quedarse en palabras. Al menos en ese plano, porque los clúster (del textil y de todos los sectores) sí que van a disponer de fondos para otro tipo de actuaciones, en beneficio de todos sus integrantes.

 

Veamos: Un Gobierno con un Ministerio de Transición Ecológica ha tenido una excusa excelente para apostar, de verdad y no meramente con palabras ni calderilla, por la transición de la industria del automóvil hacia el coche eléctrico. El PERTE del Vehículo Eléctrico y Conectado (o de la automoción) fue aprobado en julio del pasado año y dispone de casi 3.000 millones de euros en ayudas. Ciertamente, la convocatoria para la presentación de proyectos se demoró mucho, pero a la altura de junio de este año 2022 se habían presentado 13 proyectos tractores por valor de 5.927 millones de euros en inversión subvencionable.

Hasta la fecha, el textil solo se contempla en el PERTE de Economía Circular aprobado el 8 de marzo del corriente año. Es uno de los tres sectores (junto con plástico y bienes de equipo para el sector energético de renovables) que se repartirán 300 millones en ayudas específicamente sectoriales. Por mucho que se le llene la boca (de nuevo) a los políticos con el nuevo carácter «estratégico» del sector, al Textil de momento solo se le asigna, de forma aproximada, un centenar de millones de euros. Comparado con el automóvil, una proporción de uno a treinta (1/30). Si de ahí tienen que tirar el proyecto de nueva productora de celulósicas en Galicia y el nodo de recuperación/reciclaje de textiles, uno se pregunta cuánto va a quedar para la transformación del resto de la industria.

Decía Juan Parés, vicepresidente del OTYM, en una reciente entrevista en Textil Exprés, que el sector quiere participar en todas las convocatorias que surjan en las áreas de innovación, digitalización, sostenibilidad y descarbonización. Y ya lo está haciendo, por ejemplo, en las del Plan de Digitalización 21-25, para micro y pequeñas empresas.

Como entonces decíamos, del esplendor de una gran actuación de sector auténticamente estratégico se ha pasado a una labor discreta, de gabinete y pasillos, que se espera sea muy productiva. Darle visibilidad a comienzos de julio con la jornada que mencionamos fue en ese sentido muy oportuno.

Lo importante, sin embargo, es lo que pase en el último tramo del año. Hechos, y no palabras, darán la medida de la verdadera calificación que el Gobierno de la Nación otorga al sector Textil/Moda, es decir, si la consideración de «estratégico» es real o una formalidad gestual, de esas a que nos tienen últimamente tan acostumbrados.

Como factor destacable, en 2023 (como máximo en diciembre) habrá elecciones generales. Y en año electoral las Administraciones suelen mostrarse dadivosas. Pero no se fíen demasiado. Todo es mudable. Y, de ciertos talantes en particular, ya conocemos que la volubilidad es tarjeta de visita.

 

La jornada del Textil y la Administración en julio ha sido necesaria, exitosa en su cometido, brillante en su recuperación de imagen de sintonía, y en su proyección de relevancia sectorial.

De todos modos, algunas cosas han modificado en los meses recientes el orden de prioridades inmediatas de las empresas.

El reto a medio plazo es la transformación profunda del negocio textil y de la moda, y de la industria que lo soporta. Pero hoy, ahora mismo, el reto inmediatísimo es convivir con (y sobrevivir a) los elevados costes de la energía, así como a la inflación generalizada (materias, transportes).

Llevándolo parabólicamente a una fábula hogareña, puede que lo principal para una familia consciente y comprometida sea invertir en una vivienda más acogedora y de calidad, y en la educación de los hijos. Pero, si el encarecimiento de la cesta de la compra hace difícil llegar a fin de mes, puede que aparque proyectos de hipotecas y que escoja la escuela estrictamente por criterio de importe de matrícula. Es decir, que lo urgente eclipse a lo importante.

Del mismo modo, la primera condición sine qua non para que una industria se transforme hacia un modelo con garantías de futuro... es que esté y permanezca viva.

Lamentablemente, el desafío energético (y no hablamos de sostenibilidad, sino del precio del kilovatio/hora) es prioritario porque pone en riesgo, en el corto plazo, la vida misma de las empresas.

© TEXTIL EXPRES


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